jueves, 19 de septiembre de 2013

Jaulas, zapatos nuevos, cucharas racionales

Atrapado. Como en una jaula, de mis pensamientos, de mi mente. No por que no pueda salir de esta casa, tengo "libertad" para irme a comer un porro caliente, que digo un perro, o caminar largas horas para ver a la gente, actuar como loco en Graffitih atendiendo los zapatos como si fuera el telefono rojo a punto de la 3ra guerra mundial o quedarme sentado en el parque dibujando las hojas caer. No. No es esa libertad la que quiero. Quiero la libertad del que vive de su trabajo, de su salario en esta sociedad explotadora del hombre por el hombre. Quiero ser independiente, quiero una vida para mi mismo. Quiero, quiero, quiero.

Quizá estoy atrapado entre mis querencias, los deseos inútiles que sólo sirven para llenar la cabeza de aventuras a un niño pequeño. Deseos que vienen de horas y horas de televisión cuando niño, libros de piratas y aventureros al vez si medito lo suficiente, respiro muy hondo, recito mantras 50 veces o empiezo a ir los jueves al yoga alcanzo el nirvana y no tengo nada que preocuparme (sarcasmo). Comprar zapatos comodos y bonicos ayuda un poco son de cuero y puedo caminar donde sea con ellos, pero llego, me los quito y soy triste de nuevo. Claro que si viviera más feliz que no estuviera bombardeado 5 veces al día que la mejor manera de ser feliz es comiendo pollo arturo, teniendo un seguro, comprando un carro, comprando desodorante que me consigue chicas fáciles, el perfume que me hará millonario, viajar a aruba en crucero y gastar miles de dolares en casinos etcetera, etcetera. Ese bombardeo lo vivimos todos, que me diferenciaría a mí del resto, qué me hace especialmente infeliz? Sólo cambiando el sistema podremos ser sanos mentalmente decía Wilhem Reich. El deseo egoista versus el bienestar común se resuelve en terminos dialécticos (¿Se puede decir eso?). Mi deseo egoista me dice ¡Vete! ¡Sal corriendo! ¿¡Qué estás esperando!? el otro racional me dice que no iría a ninguna parte, que es cobarde salir sin luchar hasta el final. Pero ahí es donde me encuentro yo y les digo a los dos: ajá y.. ¿A dónde iría? ¿Y cuál es el final? Por un momento se acallan esas voces sin palabras.

No se, no se a donde ir y no se si tengo tanta fortaleza para luchar hasta la última consecuencia. Ese es uno de mis barrotes, la total incertidumbre del que hacer. Al final del día la parte luchadora vive otro día para pelear a capa y espada con estas difilcultades, sigue esforzandose para dar la salida más racional, preparando y madurando mi ser para poder Ser. Con una cuchara va cavando un tunel en mi cerebro.

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